miércoles, 15 de diciembre de 2010

La soledad es índigo


Como el amanecer en invierno.
Con un fondo rosado que amortigua el despertar húmedo de la vida, que ilumina el camino con una pincelada cálida sobre el alma encogida.

La soledad es índigo.
Como el olmo viejo que observa la mañana desvanecerse en el horizonte, telón de fondo de una promesa fría.
Como la roca que sujeta desde el llano las enormes montañas nevadas.

El invierno es índigo, y profundo, como un recuerdo clavado en el aire, como el rugido apagado de aquel volcán que enmudeció con el tiempo.

Hay un dolor índigo que acaricia el silencio, que duerme en las sombras.

Hay una noche índigo en cuyo vientre germina la semilla de oro
prendida en el cielo como estrella.