
Como un hadita negra se pasea por el local colocando piano, micrófonos, percusión... ajustando el sonido y elevando el humor de la concurrencia. Pero sólo cuando roza sus labios ese licor de ámbar que le cubre las espaldas, asoma en su cara una sonrisa que nos envuelve a todos.
Homenaje a Mercedes Sosa, diminuto escenario para diminuto cuerpecito. Ningún espacio sería suficiente para tan gran mujer. Como pez en el agua, su voz única se desplaza por registros imposibles, con una facilidad pasmosa. El humo gris parece desaparecer, un intenso color se apodera de todos los sentidos. No parece ser de este mundo. Como ángel que no encuentra el camino de vuelta, mientras canta parece elevarse sobre el suelo.
No me pienso perder un solo concierto suyo. Aunque empiece dos horas tarde, aunque el sonido no sea perfecto, aunque mis pulmones estén a punto de reventar por el tabaco que flota en la sala, aunque el ruido circundante trate de desviar nuestra atención. Me muero de ganas de oír nuevas canciones suyas, directas desde el corazón, pintadas por una inteligencia certera. Gracias, Laura.
2 comentarios:
yo también he estado en ese concierto, de hecho creo que estuve sentada cerca tuya (por tu foto)y no se puede expresar mejor de lo que tu lo has hecho.
Me he quedado sin palabras al leerlo y ha sido como volver a revivir el concierto, pues ciertamente todo eso y más es lo que yo también sentí.
Es bonito compartir estas emociones... Tendremos ocasión de repetir este viernes 12 en el Café Libertad, en la C/Libertad, 8 de Madrid. No os lo perdáis!
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