A veces me cuesta creer la realidad, y continuar el camino, sembrado de tantas piedras… Por la tarde, intento que me citen unas pruebas pendientes, 4 meses ya de retraso. Termino con lágrimas en los ojos, por la negligencia ajena, la impotencia, la desesperación que se manifiesta como tremendo dolor de cabeza.
Pero sólo hoy, porque el sol no salió.
Aunque cuando volvía a casa por la autopista, la música de Tom Waits a tope, el acelerador a fondo… el día me tenía reservada una sorpresa: un precioso disco naranja se desvanecía entre las montañas violetas del horizonte. Enorme y brillante, sonriendo en su despedida. Parecía que el coche iba a alzar el vuelo de un momento a otro, siguiendo la estela del astro luminoso, mientras un cariñoso calor acariciaba mis mejillas, desconcertadas ante un cuadro tan sublime.
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